jueves, 20 de septiembre de 2018

El Otoño. Un tiempo para escuchar el ritmo interior.




La entrada del Otoño está cerca. Ya hemos sentido los cambios en la temperatura, las horas y el color de la luz solar, nuestros hábitos de salidas e incluso de cenas, el cuerpo también nos pide otros alimentos, nuestro gato ya ha dejado de tirar pelo y está empezando a engordar, las gallinas no salen tanto y han dejado de poner sus huevos... Y es que, si te fijas en el ciclo natural de la Tierra y sus habitantes, podrás observar que en otoño comienza una época que invita a entrar dentro de la guarida a descansar. El ritmo es adaptable, poco a poco, la naturaleza nos brinda días luminosos y tardes anaranjadas para que bajemos nuestra actividad suavemente. Ya no nos ofrece frutas acuosas y frescas, sino frutos más densos y cálidos que nos provean de una energía más lenta.


Salimos a coger moras




Satisfechos con la cosecha!!



























Junto a este mismo escenario real que vive inevitablemente todo aquello que pertenezca a la naturaleza  (y nosotros somos mamíferos!!!), nos encontramos con otra realidad que hemos creado de forma artificial (pero que existe!!!) y a la que también tenemos que adaptarnos y es la incorporación a los colegios. Sí, en realidad pienso que es sólo eso, no pienso en la incorporación al trabajo, ni a la rutina, porque rutinas también nos creamos en verano, solo que adaptadas al momento y no son desagradables.... y trabajar, también trabajamos gran parte de la época del verano y también nos adaptamos... pero esta época de "vuelta al cole" me parece especialmente dura y que va en sentido opuesto a nuestra naturaleza.

Me explico, cuando nuestro cuerpo y tooooda la mitad norte del planeta está reduciendo su nivel de actividad, nosotros tenemos que levantarnos más temprano, salir de casa (que no es lo mismo que si te quedas leyendo o jugando tranquilamente en tu salón), ir a comprar los libros por la tarde, forrarlos, mirar las extraescolares, hacerlas, inscribirte en el conservatorio de música o danza, en la escuela de idiomas, en natación.............................


Es tremendo!!! Agotador!!!!


Para nuestros cuerpo mamíferos, hacer esta adaptación es un esfuerzo realmente impresionante que luego se traduce en que nuestras defensas bajan y nos venden complejos vitamínicos para protegernos. No, no necesitamos eso de forma natural. Nuestros cuerpos "naturales" necesitan seguir su ritmo "natural". A mi entender, es un tiempo para el aprendizaje desde la observación pausada.


Encontramos setas y luego buscamos información

Fabricamos una caña improvisada para coger cangrejos de río. Nuestro interés nos lleva a buscar datos sobre su alimentación, ciclo de vida, reproducción y hábitos.

Para invitar a la observación necesitamos la pausa. Para escuchar afuera, necesitamos primero poder escuchar adentro. Darle tiempo al tiempo nos hace ganar, no perder...





Y no hemos puesto atención en los niños y las niñas más pequeñitos que, además de ese aumento de actividad, se enfrentan a la separación de sus figuras de apego.


Sé que algunos no podemos escapar de estos fenómenos. Sólo me gustaría que pusiéramos conciencia en el momento que vive nuestra naturaleza y podamos acompañarnos y acompañar a nuestros pequeños desde otro lugar. Desde la comprensión de lo que están viviendo cuando ya no les apetece hacer algo o ir a un lugar, desde el respeto y el no juicio y desde la más absoluta sensibilidad y compasión cuando no podemos evitarles determinadas situaciones. Ellos hacen cada día varios esfuerzos inmensos porque se lo pedimos, dediquemos unos minutos al día a recuperar ese ritmo lento junto a ellos y a decirles que no están equivocados, que no son lentos ni perezosos, que no son desobedientes, sino todo lo contrario, que les entendemos, que son grandes sabios y que les agradecemos que cada día nos recuerden, con su resistencia para levantarse y ponerse en acción, que parte del mundo se ha desorientado, pero que aún están ahí los niños para salvar unos pocos ratitos de nuestro día y que no pasen sin dejar huella uno tras otro.


Feliz fin de semana de salidas al bosque y lecturas caseras.

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